Friday 25 October 2013

MANIFIESTO DEL CICLISTA CIUDADANO

Compartimos este precioso manifiesto ciclista por un amigx Colombiano



MANIFIESTO DEL CICLISTA CIUDADANO

                                                                Para Eduardo Cobo y su combo.

                                                                                Omar Vesga Núñez
                                                                   Cali, 21 de Octubre de 2013
                                                                           alonsoki@hotmail.com

Soy ciclista aficionado, porque amo la vida, a la Madre Tierra, a mi ciudad, a mi cuerpo y a mis semejantes.

Disfruto el gozo el ejercicio sin el afán de la ganancia, y la caricia de la brisa en la piel, los aromas de la naturaleza, el canto de los pájaros, la algarabía de la calle, los colores la luz y los soles del atardecer y el amanecer.

Soy ciclista aficionado, porque quiero una ciudad a escala humana, que palpite con su gente no que reviente sus afectos, donde el espacio urbano sea un acuerdo entre sus ciudadanos, nosotros.

Soy ciclista aficionado, porque amo a la gente, al barrio, a la calle, el lugar del  encuentro urbano, el escenario del grito de justicia, de la democracia directa, del mercado del rebusque, esa falla social que todavía cargamos.
Amo la calle y sus esquinas oportunas para todos los quehaceres que también quisiera fueran sanos. 

Soy ciclista aficionado, porque amo el campo, la danza del follaje de los árboles estremecidos por el viento de la tarde, el canto del agua de los ríos y el estallido líquido de su corriente contra la piedra obstinada. 

Soy ciclista aficionado, porque cuando me desplazo aprecio la cara alegre, hosca o indiferente de la gente, porque no soy ajeno al ladrido del perro callejero o al desenfadado caminar de mi vecina. 

Comparto con el peatón la alegría del movimiento en el espacio ciudadano, pues la ciudad somos primero nosotros, los ciudadanos, luego los edificios  los motores y las cosas que inventamos para convivir, o por lo menos  debería ser así. 

Soy ciclista aficionado, porque respeto a mi cuerpo dándole el ejercicio que precisa para mantener el tesoro de la salud.

Amo mi transporte por sencillo que me ofrece muchas bondades en un solo aparato. Al desplazarme la velocidad no es tiranía sino complicidad de hombre y mujer con artefacto, todo permanece a escala humana, sensible, audible, olorosa, táctil.

No quiero autopistas que devoren el oxígeno de la existencia en el vértigo de la velocidad estúpida, que no comunica sino que aísla a los habitantes y  desplaza sus hogares. 

No quiero autopistas para el ruido que amordace las palabras del hombre y la mujer, las palabras útiles, piadosas, iracundas, alegres, sencillas y complejas, o que entierre el verso de los enamorados en el cretinismo programado de los medios de comunicación.

No deseo motores con cilindrajes de infamia para satisfacer arrogancias privadas, que esas máquinas sirvan a la gente, al transporte público. 

Quisiera otra vez los trenes, y los tranvías lentos, seguros y eficientes,  cuyos carriles dejan espacio para habitar la ciudad, no como ocurre ahora que no vivimos sino que soportamos la ciudad por las políticas de los  hombres sin sueños, como decía el gran escritor, José Eustasio Rivera, en la “Vorágine”.  

Soy ciclista aficionado, porque soy un ciudadano del siglo XXI, vital, solidario, despierto, libre y soberano de consciencia, amante de la vida, lo repito, de mis semejantes y de toda criatura viviente. 

Soy ciclista aficionado, porque soy militante de la vida, y de una Cultura de PAZ para Colombia.  


Omar Vesga Núñez
Cali, 21 de Octubre de 2013